El Teatro Real de Madrid. 

En nuestras rutas turísticas solemos ver el Teatro Real, haciendo ruta por la calle Amnistía, para después parar en la Plaza de Isabel II, otra bonita panorámica es cuando volvemos hacia el Palacio Real y lo vemos de fondo, con su hermosa Plaza de Oriente a través de la calle de Carlos III. Considerado como una de las instituciones culturales más importantes de España, el Teatro Real ha logrado, en poco más de quince años, situarse entre los principales teatros de ópera a nivel internacional, acogiendo en su escenario a los mejores artistas líricos y escénicos del momento.

La história del Real.

El origen del actual emplazamiento del Teatro Real se sitúa, en 1738, bajo el reinado de Felipe V, cuando se inaugura el Real Teatro de los Caños del Peral con la puesta en escena de la ópera Demetrio, compuesta por Johann Adolph Hasse sobre el libreto de Pietro Metastasio. Como hecho destacado este Teatro acoge en enero de 1814 la celebración de las sesiones de las Cortes Constituyentes de Cádiz, tras su traslado a Madrid desde San Fernando de Cádiz, y hasta su traslado, el 2 de mayo del mismo año al Monasterio de Doña María de Aragón (actual Palacio del Senado).

Orígenes del Teatro Real 

En 1817, Fernando VII ordena, por Real Orden de 7 de enero, la remodelación de la Plaza de Oriente y el diseño y la construcción de un teatro de ópera en el mismo solar en el que, hasta hacía apenas un año, se había ubicado el Real Teatro de los Caños del Peral, iniciándose la obras del Teatro Real en abril de 1818.

 

 Las obras no acaban hasta 1850, 33 años después de su inicio. A partir del 19 de noviembre de ese año, bajo el reinado de Isabel II y durante los 75 años siguientes, el Real se convierte en uno de los principales coliseos europeos.

 

Del diseño y construcción inicial del Teatro Real se encarga el arquitecto, Antonio López Aguado. Con grandes interrupciones y periodos de abandono, causados por la falta de presupuesto y por la muerte del arquitecto y su sustitución por Custodio Teodoro Moreno. Las obras no acaban hasta 1850, 33 años después de su inicio. A partir del 19 de noviembre de ese año, bajo el reinado de Isabel II y durante los 75 años siguientes, el Real se convierte en uno de los principales coliseos europeos.

 

Tras la revolución de 1868 y el exilio de la reina Isabel II, el coliseo pasa a llamarse Teatro Nacional de la Ópera. En octubre de 1925, un hundimiento provoca el cierre provisional del teatro y el inicio de unas obras de reconstrucción que se prolongaran 41 años, sin lograr su reapertura. La Guerra Civil (con el estallido de un polvorín instalado dentro del edificio) y las dificultades de la posguerra obstaculizan aún más las obras, que quedan en un estado de semiparalización.

En 1966 se abre al público como auditorio y sede del Real Conservatorio Superior de Música y Escuela de Arte Dramático, pero sin duda Madrid necesitaba un teatro de ópera que se equiparara a los mejores del mundo.

 

El 13 de octubre de 1988 se celebra el último concierto, realizado por la Orquesta Nacional. Iniciándose las obras de rehabilitación como Teatro de Ópera el 2 de enero de 1991. En esta ocasión las obras durarían casi 7 años.

La Reapertura

El 11 de octubre de 1997 y bajo la presidencia de SS.MM los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía, el Teatro Real construido en una primera fase por José Manuel González Valcárcel y en una segunda por Francisco Rodríguez de Partearroyo, se vuelve a abrir ya como teatro de ópera con la ópera La vida breve, y el ballet El Sombrero de tres picos de Manuel de Falla. Una semana después, tiene lugar el estreno absoluto de Divinas palabras, de Antón García Abril.

 

Desde su reapertura en 1997, el Real ha acogido otros nueve estrenos mundiales de ópera: Don Quijote, de Cristóbal Halffter (2000), La Señorita Cristina, de Luis de Pablo (2001), Dulcinea, de Mauricio Sotelo (2006), El viaje a Simorgh, de José Mª Sánchez Verdú (2007), Faust-Bal, de Leonardo Balada (2009), La página en blanco, de Pilar Jurado (2011), Poppea e Nerone, de Monteverdi-Boesmans (2012), The Perfect American, de Philip Glass (2013) y Brokeback Mountain de Charles Wuorinen (2014).

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